
En lugar de un poema algo parecido a una canción
que acompañe cuando no haya nada para comer
o los pies recorran el trayecto de un blues, cansados de tanto caminar.
Que sea un viaje que conduzca siempre a la salida.
Un porro sinuano una flauta ´e millo un violonchelo en la montaña
o una voz (precisamente como la tuya) que regresa de un lugar que no conozco.
Un porro sinuano una flauta ´e millo un violonchelo en la montaña
o una voz (precisamente como la tuya) que regresa de un lugar que no conozco.
Que tenga la apariencia de la alegría
del tiempo que se va
o de las palabras que deja salir tu boca
cuando yo las intento atrapapar...
como si fueras la mujer que siempre sale a caminar
y yo, el hombre que recoge las flores que dejas
sólo para poderte alcanzar.
A veces sucenden cosas, cataclismos, imprevistos, dictados del más acá, miradas lejanas que se atropellan, mensajes con códigos cifrados, invitaciones a ser algo más que un accidente en la vida... de lo cual nadie se tiene que salvar. A veces dan ganas de ser un silencio escrito en un pentagrama, una historia bien contada, un beso en un parque público, un paseo en bicicleta, cualquier hoja encontrada en el prado, un verso abandonado o un momento que queremos se repita y no se repita... sólo porque es sagrado. Por eso preferimos la distancia que comienza a ser cercana, acompañada de todas las preguntas que siguen siendo parte de nosotros. Para entender que nunca vamos a negociar lo que somos y seguiremos necesitando. Porque queremos seguir habitando el centro de nuestra breve y sencilla existencia.
Sólo importa el café de la mañana acompañado de una sonrisa (que es música y que por eso mismo, sólo se explica en el fondo del alma). Yo ya lo entendí. Sólo quiero una vida que se pueda recorrer, como una canción que permanece en el tiempo y se renueva todos los días a las 4 de la mañana. Lo demás es hagamos el desayuno, perdonemos la tristeza, dibujemos los colores, derrotemos el vacío, toquémonos los pies y salgamos a volar en globo o en bicicleta aferrados a lo único que realmente somos.



En una conferencia a la que asistí sobre arte y sicoanálisis (el yo, el super yo y el ello) el especialista se refirió a una obra en la que se registran los rostros de los espectadores frente a la pantalla de cine. Como decir que la obra deja de ser la obra para convertirse en los que ven la obra. Así la obra no importa, desaparece. Podemos suponer entonces la cámara de la cámara, lo que se ve en los ojos de los que ven. Ver lo se ve desde los que ven, sin ver lo que ven. Como lo presenta Godard cuando se refiere a los ojos y a los labios en Alphaville 



