miércoles, 19 de noviembre de 2008

La otra película

Descansa, te vez cansada.
Parlamento final de una película de acción en la que el rudo, audaz, atrevido e inmortal protagonista se despide de la hermosa mujer que lo traicionó, utilizó y humilló. A esa altura del argumento la perversa dama pasa por un mal momento, ha perdido el poder y la belleza que algún día ostentara. Con esto, el héroe deja a su ex-compañera, su actividad al servicio de la mafia, el dinero fácil, el juego, las mujeres, el trasnocho, los excesos y la película. Se le ve entonces entrar a la oficina de la mujer en desgracia, a quien sin saludar le suelta la redundante ironía, y con mucha clase da la mejor media vuelta de la película. Última escena: metido en su abrigo 3/4 camina sin rumbo conocido para el espectador, alguna calle de N.Y. o de Chicago, premeditadamente solitaria. La cámara emprende un sobrevuelo por la ciudad. Todo está en paz ahora. Se acabó el caos. Se restablece el orden y la armonía entre los hombres. Hace mucho frío.

La mujer degenera lentamente... pierde todos los días algo. .. las llaves, un zapato, el perro, los lentes, el buen gusto. Un día, saliendo del supermercado, pierde la noción de la linealidad del tiempo y su vida se convierte en una calle cuya salida desconoce. Nunca más volverá a comprender la diferencia entre ir y venir, aquí o allá, afuera y adentro, antes y después, yo y los demás, lo uno y lo otro, lo importante y lo menos importante, arriba y abajo, temprano y demasiado tarde, amor e indiferencia, deseo y cansancio, calor y frío, el encuentro y el adiós, lo mejor y lo espantoso, lo bueno y lo muy malo, el comienzo y el final.

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