sábado, 29 de noviembre de 2008

El testigo del crimen

En una conferencia a la que asistí sobre arte y sicoanálisis (el yo, el super yo y el ello) el especialista se refirió a una obra en la que se registran los rostros de los espectadores frente a la pantalla de cine. Como decir que la obra deja de ser la obra para convertirse en los que ven la obra. Así la obra no importa, desaparece. Podemos suponer entonces la cámara de la cámara, lo que se ve en los ojos de los que ven. Ver lo se ve desde los que ven, sin ver lo que ven. Como lo presenta Godard cuando se refiere a los ojos y a los labios en Alphaville http://www.youtube.com/watch?v=SHikpdf8ktM&NR=1 Aparece la imagen de la imagen. Cuando la imagen se convierte en la voz, la voz que sólo le pertenece al que ve. Al testigo del crimen, al que pasaba por ahí. ¿No somos acaso, y solamente, lo que vemos? Por ese motivo el interés que tengo en la voz, en los ojos y también en la espalda de aquellos que ven y que por algún morboso placer me intereso en recuperar.

Godard lo explica así:

Obtengo un realismo teatral. También el teatro es un bloque que no podemos
retocar. El realismo, de todas formas, no es nunca lo verdadero, y el del cine
está obligatoriamente trucado. Me acerco al teatro también por la palabra: en mi
film hay que oír hablar a la gente, tanto más cuanto que, a menudo, los
personajes están de espaldas, de tal forma que sus caras no nos distraen. En
cuanto al sonido, es lo más realista posible. Me hace pensar en el de los
primeros films sonoros. Siempre me ha gustado el sonido de los primeros films
parlantes: tenía algo muy verdadero porque era la primera vez que se oía hablar
a la gente.

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