miércoles, 21 de enero de 2009

La mesa del rincón


No soy ni seré un viajero, porque en lugar de salir siempre he preferido entrar. Las palabras más nobles que conozco no las he escrito yo; algunas las he encontrado en libros, otras me las han dicho, muchas las he olvidado pero todas viven en mí. Todo esto para decir que lo que escribo, y no es mucho, no me pertenece; es, ha sido, como la vida, algo prestado. No tengo el talento del hombre emprendedor, a cambio he elegido el recurso y la recompensa de los que se detienen un instante antes del siguiente paso. Nada en mi vida está culminado. No tengo valor, sólo creo que si respiro es para ver, que no quiero hacer nada y que nadie me puede ver. El movimiento siempre son los otros. Para eso el gusto de vivir. Para ver qué pasa. Para ocupar obstinadamente la mesa del rincón. No hay muchos lugares para mí. Me conformo con las cosas que tocan tus manos. Lo último que aprendí fue a montar en bicicleta, dormir en el piso, ver y no ser visto y creer en los 300.000 Kms por segundo con los que viaja la luz en el espacio. Por eso nada de lo que vemos es real. Por eso todo es pasado.

viernes, 2 de enero de 2009

Este viaje

Voy a seguir en este viaje
para agradecer el sonido de la lluvia
exhibir el valor que nunca tuve
regresar todo lo que me dieron
olvidar lo que me duele
y tomar otra ruta
siempre y cuando
me lleve al mismo lugar.

Voy a dedicarme a tu voz
a todo lo que dices
y a lo que a veces no dices
a todo lo que descubro en ti
siempre que te dejo sin querer dejarte
a los lugares que me cuentas has conocido
a todo lo que te parece conmovible, inverosímil, pintoresco
a los momentos de inobjetable intimidad
en los que creo que caminas a mi lado
(muy cerca de mí)
para hacerme sentir bien.

Voy a intentar vivir esta vez
en el patio de las matas
en la sala de tu casa
en el campo de centeno
en la noche del rescate
en mi guitarra rota
en la música que llega hasta la calle
cuando apareces feliz en el teatro.
En el único escondite que conozco.
Sentado en la escalera de mi casa
esperando que regreses.

En casa


Tres afirmaciones hechas por Carl Sagan a finales del siglo pasado. Contundentes, preocupantes y hasta cierto punto demoledoras. Aquí mis comentarios...


"Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre." (Carl Sagan)
No sabemos nada o mejor, muy poco. De casi nada nos ha servido, como especie, el avance tecnológico y científico; a excepción de un poco de confort (atrofia, anquilosamiento, sedentarismo) y la prolongación de la vida. El tiempo estimado de la vida en la Tierra es de 2.000 millones de años. El hidrógeno se agotará, la parte central del Sol se hinchará y se convertirá en una estrella roja más grande, el calor evaporará los océanos y disipará la atmósfera y el planeta dejará de ser habitable. Para ese entonces los seres humanos ya habremos desaparecido de la faz de la Tierra devolviendo de nuestra custodia un planeta saqueado, mutilado y sediento con una corta historia que nadie contará en la que varias generaciones de hombres, a pesar de su capacidad de modificar su entorno, no lograron vivir mejor ni ser más felices.

"El universo no fue hecho a medida del hombre; tampoco le es hostil: es
indiferente". (Carl Sagan)
No somos tan importantes en el inconmensurable espacio cósmico. Nadie nos está esperando ni está pendiente de lo hagamos o dejemos de hacer. A nadie le interesa lo que hagamos con el lugar que habitamos. No tenemos jueces ni tutores. La única ética la hemos inventado nosotros y el único orden lo componen los principios astrofísicos que gobiernan el cosmos tales como el retorno (sentido y estructura cíclica de la materia), la creación y la destrucción, la expansión, la atracción de las masas y la energía que se produce cuando al interior de una estrella el gas de hidrógeno se convierte en gas de helio (4 átomos de hidrógeno se convierten en uno de helio) dando paso a la luz y al calor.

"Para hacer una tarta de manzana primero tienes que crear un
universo". (Carl Sagan)

Una corta historia que duró algunos millones de años: en los primeros tiempos de la Tierra, millones de meteoritos y de cometas se abaten sobre su superficie. Los hielos de los astros voladores se funden y se mezclan con las piedras licuadas a causa de la alta temperatura del origen. Más tarde, tras el enfriamiento, los innumerables cráteres volcánicos expelen vapor de agua. Éste vuelve a caer en forma de lluvia y constituye la capa acuática. Los hidrocarburos y los cianuros de los cometas (portadores de vida) desempeñaron sin duda un papel importante en la elaboración de la materia viva.

La vida existe en nuestro planeta desde hace 2.000 millones de años y el universo tuvo origen hace 20.000 millones de años. La Tierra junto con nuestro sistema solar tienen 5.000 millones de años y el tiempo estimado de vida del Sol es de 10.000 millones de años. El universo entonces se toma su tiempo, pero hay que creer en él. Aprovechemos esta oportunidad en este transitorio planeta prestado porque es apreciablemente corta y además es la única.