sábado, 22 de septiembre de 2018

sé lo que es reír y llorar
llegar a la casa para menospreciar el silencio
recibir los dones y agradecer el viento
buscar en los otros rostros mi propio rostro,
el pasado que se hace visible

sé que queda poco tiempo
que el café sigue frío
conozco el aliento azul de los días
sus formas, sus intentos

la manos mías
han sido diseñadas para la espera cercana
siempre busco llegar al punto de partida
los días en los que era otro habitante
cuando era un sentimiento que quería integrarse

por estos días quiero diseñar las nubes
no pensar en nada
festejar el ímpetu de haber existido en tantos sitios
(aún sigo aquí)
invocar el sueño, la imposible y fascinante distancia de las estrellas
predicar el amor a los seres que cada día nos dejan

no tengo miedo
tengo amigos que no me necesitan
no quiero asomarme a mi destino
quiero llegar a las ciudades
vaticinar la caída de las hojas
presenciar el triunfo de la voluntad
aferrarme a la transparencia del aire
repetir a cada momento la música religiosa

veré los movimientos de mi cuerpo
intentaré dormir en el pasto
canjearé mi arrogancia
cerraré mis ojos
pero no me iré lejos
reconoceré mi  presencia
vulnerable a los embistes de la multitud
sortearé las cosas que algún día me pertenecieron

no hay tiempo
hay espacio inconmensurable
hay la posibilidad de ocupar un lugar en esta tierra

solo te pido una cosa
habla conmigo

martes, 20 de febrero de 2018

Los días que pasaron

Como los viajantes extraviados que no encuentran su camino
me quedaré a vivir de las noches que dediqué a las estrellas.

En aquellos tiempos creía en la ilusión,
en la materia siempre en movimiento,
en los seres que se pueden tocar porque están cerca.

Manifestaba una gran pobreza de espíritu,
y mis ojos inocentes, admirados por su tristeza,
no diferenciaban lo que se fue, de lo que nunca ha estado.

Me conformaba con el pan que caía del cielo,
antes de sentarme solo, para ver pasar tus viajes hipotéticos.
A veces imaginaba que yo era uno de ellos.

No me importó dejar mis ropas en el sendero.
Solo sabía que tenía el derecho a quedarme quieto.
El café largo y frío me ayudó a ser vil, a desear.

Los días que pasaron serán otra prueba de la injuria.
El tiempo ya secó el agua que había en el vaso.
El cielo se ha ido alejando.