sábado, 15 de noviembre de 2008

El poema, concebido en voz femenina, narra la historia de Martina, mujer que conocí en el año 85 y a quien le debo la voz de Neruda, el pan de centeno, Roque Dalton y el itinerario cinematográfico de Praga, Paris, La Habana y el grupo de teatro La Candelaria. La dejé de ver cuando terminé mi cuaderno de notas. Me dejó las cartas de Kafka a Milena Jesenska con una anotación: "Otro puente en medio de la lluvia."
VERSION DOCUMENTAL SOBRE EL OLVIDO EN PALABRAS DE UNA MUJER DEL AÑO PASADO


1

Llegamos a un acuerdo casi simbólico
cuando dejamos de hacernos los independientes
entre el grupo del proletariado
y acudimos a la huelga visiblemente felices
porque sabíamos que si eso no resultaba
el remedio estaba en el matrimonio.

En la fábrica relacionaban nuestra molesta carencia de ganas por todo
con la figura de los amantes legítimos
espectadores del sueño y sus anexos
que también eramos.

Yo siempre quise ser el drama.
Me hacía el viaje hasta la catedral
provista de lentes oscuros
más por comodidad que por elegancia
pero una mañana me sorprendió el muchacho Parra
interesado en mi mal uso del idioma
“Señorita, la amo porque no me ama,
no es de mi Partido y me hace reír”.
Me dijo que había entendido el existencialismo
una tarde
mientras acariciaba sus muslos
en un campo de concentración.
Era débil,
peligroso
y tenía el semblante del hombre que espera taxi.

Quería que en nuestro pacto
de personas llevadas al desastre
se contemplara la posibilidad de la insensatez.
De allí las horas invertidas
frente a las medievales alcantarillas
que nunca conseguimos levantar.
Memorizamos lo que nunca llegamos a ser
y descartamos la palabra libertad
como tolerante medida de las cosas.
Él pensaba en la violencia
y yo quería una ciudad y una boína
para ponerme linda.

A la huelga acudimos
deseoso él de ganar una inteligente cuota de colectividad
deseosa yo de verlo gigantesco para volver a casa sola
y con la grandiosa necesidad de alimentarme bien.

La función del invierno ejercía en el muchacho Parra
una rara y estimulante urgencia de compararme
con lo que contadas veces
reposaba al alcance de nuestra suerte
(la mala suerte).
Lo demás fue pan negro Hanna Hegerova cigarrillos árabes
y el laberinto de los espejos deformantes.

Así atravesábamos Praga
él pisando las reducidas calles de piedra
y yo imaginando lo que eran.


2

Celestino Drago en su taller de la calle Rioult
luego de infinitesimales cálculos de respetable procedencia
en los que los números perdían su sentido clásico
por mandato de agraciados sustantivos escritos en griego
advirtió
que aquello que diferencia lo humano de lo infalible
es el riesgo de la risa
como continuidad azarosa
del hombre perdido en sus esquemas.


3

Lo de ayer
que hablara para ti en mitad del cuarto
buscando convertirme en el pretexto de la tarde
fue considerar que seguir viviendo
es continuar mirándonos mejor en la distancia.

Si en mí
se ha tornado constante
agotado el término del encanto
aparecerme con otro nombre
y con otro acento
es porque me parece
que todavía tengo derecho
a recuperarme en la ciudad
comprar monumentales helados de frambuesa
parafrasear tus maleducados monólogos nocturnos
y regresar desbaratada y feliz
para decirte me perdí.

Quiero que mañana
cuando nuevamente se pierda la esperanza
me digas
que nuestro diario peligro del recuerdo
y las ganas de bajar esa persiana
son lo mismo
porque ambos viajan
por el decoroso camino del intento.


4

La tarea consiste en imaginar
mientras te haces la idea equivocada
de la dialéctica en horas de receso laboral
las figuras antropomorfas que pasaron en el teatro chino.
Tu presencia
incluídos los momentos de descuido pasional
fotos familiares y vulgares gustos gastronómicos
es asunto mío.
No por cualquier cosa respiro más cerca de dios
en el mismo lugar que me tomaste:
Claudio
las estrellas
Poros
La tercera
J. Pardo
La Cristina
tierra negra
Mozambique
la llovizna.

Debo agradecerte también
la responsabilidad con que trabajas
para destacar que quien camina
no eres precisamente tú
sino un teórico del aburrimiento más
que presta sus corbatas
y se enfada con jubilados clase media.

El punto de resistencia
son violetas olvidadas
en el puesto trasero de un bus estacionado.
La obscenidad
siempre serán tus ojos.


5

Verás
habría preferido encontrarte más borroso
más perdible
desganado y con un perro triste y medio ciego para mí
(es un ejemplo).
De pronto te veo con todos tus dolores
con las mismas condiciones en contra tuya
ejercitando toda tu capacidad de asombro
en la lectura concentrada de un anuncio publicitario.
Será porque sabes
que precisamente en esos lugares de gente
eres el primero en asumir el abandono.
La última vez
llevaste la mano a tu bolsillo
sobrepasaste el ritmo que llevábamos en la Jiménez
y te fuiste a demostrar en una esquina nueva
lejos de mí
que solamente se escapan los inteligentes
y que también eso es mala literatura.
Yo
que en todo siempre fui la sospechosa
llego con la alegría de haber hecho
todos los días sombra con el tiempo.
Conocí entre muchas cosas que ya olvidé
los animales antidiluvianos.
Aprendí a bailar la cumbia en un barco soviético.
Me privé de los oficios destinados al buen gusto.
Soborné adolescentes inexpertos que fueron mis amigos.
Invertí siete semanas en un ancianato apostando con las cosas al primero en equivocarse.
Perdí el sentido de la orientación esperando la lluvia en el parque público de un barrio bombardeado durante la ocupación alemana.
Me gané la vida divulgando el terrible desenlace del abad que decidió suicidarse comiéndose Las Confesiones de San Agustín en la sala de lectura de una biblioteca en Alejandría.

Salvador
dejé de ser la mujer difícil
que busca entre tus escritos la definición de coquetería.
Ahora leo a Mann.

Bien sé que cuando por fin te sientes a charlar las cosas
con un exiliado más afectado que tú
asociarás tu dolor en el pecho
con aquella triste pero juiciosa mujer
que administró tu soledad
en una ciudad que se apaga inexorablemente.


6

proyectos a largo plazo:

1. Concierto en Re Mayor para violín y orquesta, opus 35, Peter Ilyitch Tchaicovsky, Philadelphia Orquestra, Eugene Ormandy conductor, Isaac Stern violín, Allegro Moderato, contra un día que no tuvo con quién.
2. Salvador solo.
3. La circunstancia o cierta particularidad que acompañe al acto de caminar la casa una vez más.
4. Un hombre que proporcione soluciones concretas, en los términos de aquél que recorre el supermercado buscando respuestas inútiles al fenómeno de la abstención.
5. El chaleco rojo de Gautier, el 25 de febrero de 1830 en el Teatro Francés.
6. Pedro Páramo.
7. La prudente elaboración de una zona de intercambio (dígase tristeza, diálogo o renuncia prematura).
8. Que interrumpir el sueño, con la intención de organizar la noche en otro cuarto de alquiler, se me vuelva costumbre.Un poema que diga: ESTA CIUDAD.

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