miércoles, 24 de agosto de 2011

Cuatro árboles


Cuatro árboles (1917), Egon Schiele

Cuando camino por mi ciudad, debo hacerlo para alcanzar los sitios a los que llego más tarde de lo esperado, se me ocurren las palabras que demoro horas en convocar, si de sentarse a escribir se trata. Algunas veces son los nombres de las cosas que veo, otras son sentidos absolutos que describen emociones pasajeras, también llegan alegorías no muy elaboradas y en algunas contadas ocasiones son frases hechas, muy comunes, que me sacan del aburrimiento y que de alguna forma me alcanzan para mirar el cielo y desaparecer.

Abatimiento. Un hombre se entera del peso de la desconsideración cuando se mete en un bus que lo lleva lejos.

Bésame mucho. Me basta con ver los colores que preparas, sin decir nada.

No me voy a quedar. "La vida se compone de tres etapas, vacilar, vacilar y morir" (M. Benedetti).

Ya nada es igual. En los Cuatro árboles de Schiele se eterniza mi familia, mi padre, mi madre, mi hermana y mi hijo, mi vecindad, los seres que amo, lo que se queda conmigo.