jueves, 15 de diciembre de 2016

La última vez

Mi historia en cambio es más simple
la misma mañana que me despidieron del banco
me presenté en tu puerta cargado de resentimientos
para hacerte saber que nunca olvido y menos el dolor

me dijiste que mi apariencia era la de un prófugo
compasivo, descuidado y altamente peligroso

no entendías por qué no indagaba sobre tu pasado
si era la primera vez que violaba la privacidad de tu aburrimiento

ese día dejé de invocarte como a un espíritu ingrato
y comencé a aceptar el acuerdo contigo
como el punto de partida de un fracaso

te mentí para hacerte saber que era un hombre arrogante
al que ya nadie podía hacerle daño

como nada tenía, nada te ofrecí
solamente hablé del futuro
te confesé que morir
era no volver a estar conmigo
y al final te advertí
que mi viaje era individual

aunque fue la última vez que nos vimos
suelo imaginar que me buscas
para pedir que me ría contigo
así sea demasiado tarde

miércoles, 29 de junio de 2016

La sombra es la misma

Parece que la mejor opción seguirá siendo buscarnos en los otros, aunque pocas veces nos encontremos realmente. Es como creer que la mujer sentada en la mesa vecina, que tanto se parece a Meg Ryan, es Meg Ryan;  lo que llevaría a pensar que, por esa misma razón, nosotros dejamos en ese momento de ser también nosotros. Un temerario ejercicio ese de creer que todo es posible, solo porque se construye desde una hipótesis formulada y alimentada por los deseos.
Ya que conoces  mi obstinada preferencia por las palabras y las vidas de los otros, entenderás por qué sigo, aunque de pie, en el mismo lugar, mirando la misma piedra cubierta por la misma sombra. Debes saber que nada ha cambiado, a pesar del tiempo, ni el sacrificio ni el viaje circular. Sí de pronto he renunciado a la espera. Como si ya no creyera en la compasión, he soltado los remos, a cambio de la reiterativa sensación de un solitario amanecer que basta para mí.
Mis probabilidades se barajan en la calle, cerca de los desconocidos cuya existencia hace posible delinear los bocetos de lo que algún día intenté ser. No soy generoso, mucho menos divertido, no llamo a nadie, no entiendo lo que me dicen, siempre estoy distraído, nunca digo nada.
Lo comprenderás cuando recuerdes que siempre me dediqué a repetir lo que leí, solo que peor. Como si me mandaran por leche y llegara con una botella de whisky. Ahora creo que el movimiento es una ilusión en la que desfilan seres que nunca regresan. La sombra, en cambio, es la misma.

viernes, 27 de mayo de 2016

Apuntes sobre budismo 3

La naturaleza de la mente humana es pura. La ignorancia es la gestora de actitudes contraproducentes o no virtuosas, que "contaminan" la inocencia original . Se trata de emociones dañinas, adquiridas, superficiales, periféricas y temporales, que por ende, es posible eliminar. Encabezan la lista el apego y el odio, seguidos por la ira, la envidia y la soberbia.
El apego adquiere dos formas usuales: el deseo de permanencia y el apego a lo material, las más universales fuentes de sufrimiento.
El deseo de permanencia desafía el principio de los seres vivos en virtud del cual, todo lo que se ha reunido, al final, se dispersa. Esto es, la vida consiste en generar vínculos temporales y accidentales que más tarde se disuelven. La naturaleza de las cosas, así, es la desintegración. Lo que hoy se une mañana se separará. No existe aspiración más desastrosa y perjudicial que la permanencia.
El apego a lo material tiene como sustento un arrogante apetito sin límites. El hombre aquí se convierte en un extraño e insaciable ser, cuya desmedida e irracional ansiedad consigue que su deseo aumente a medida que desaforada y sistemáticamente posee los bienes; los mismos que estaban dotados de esa supuesta vocación de bienestar. Este deseo, parcializa, limita y excluye, porque tiene como plataforma la angustia que produce la elección entre los posibles y la pérdida de la libertad, mejor explicada por el existencialismo sartreano en su momento. Temprano, el sujeto descubre que el objeto deseado, que parecía perfecto, ya no lo es. Entiende, finalmente, que todo apego viene acompañado de insatisfacción. Es aquí donde nace la verdadera tragedia de la posesión.
En este orden de cosas, el odio hace su aparición cuando "algo" frustra, entorpece o simplemente pone en peligro la permanente, completa y satisfecha posesión del objeto deseado.
El apego, el odio, le ira, la envidia y la soberbia tienen la nefasta propiedad de manifestarse a través de indeseables actos nocivos, los más efectivos productores del sufrimiento humano.
Está en la sabiduría el único camino posible para contrarrestar el sufrimiento (la fuente de las mortificantes actitudes no virtuosas, es la ignorancia, recordemos). Sí, la sabiduría, entendida como la observación de los pensamientos y la domesticación de la mente, en ese orden. Puedo salir del infortunio si intento, en medio de la pesadilla, ver mis pensamientos, como si fueran objetos de estudio; solo así es posible calmar la mente. Solo tomando distancia de mis emociones contraproducentes, puedo encontrar la serenidad que me generará tranquilidad y paz, cada día, todos los días.

sábado, 21 de mayo de 2016

Tu método de la tristeza

tu sombra, no tú, emprende el camino hasta mi casa
no hay regreso

te ves ligera sin las palabras, sin las cosas
ahora me pertenecen

eres la lluvia, el valor y las montañas
lo demás está lejos

olvidas mis derrotas, mi pereza, mi falta de sueño
tienes el cielo cerca

adoras los días, el alboroto, las fiestas ajenas
cuando se acaban

y yo me pongo a escribir los días
persigo pájaros improbables
manifiesto el tiempo en las esquinas
rindo cotidianos tributos al sol
imagino el aire con tu presencia
no salgo si no hay pronóstico y esperanza
busco la gente, la diferencia
agradezco cada uno de los dones
predico la bondad, el amor sobre la Tierra,
pero no creo en la especie humana
no sé qué es lo que se mueve,
los demás o mi pasajera existencia
elijo escribir, primero que leer
no soy amable, tampoco condescendiente
prefiero el temblor, el cielo que ofreces
amo el  regreso de mi hijo,
cada una de las noches
intento el silencio, no entiendo el ruido
mi proyecto es el viento que se detiene
lo que busco es un lugar, donde estás tú,
los cuerpos celestes,  lo que nunca se va,
ahora estoy solo,
y solo quiero mirarte.

domingo, 1 de mayo de 2016

Un día

Un día encuentras que el mundo son todas las hojas que se caen,
que tu propósito sigue siendo presenciar la ternura, obtener la serenidad.
Un día decides que a excepción del tiempo, no hace falta nada,
ni la ilusión, ni la espera, ni los pasos.
Un día recuerdas un espacio habitado por sonidos familiares,
por los seres solitarios que alguna vez se ocuparon de ti.
Entonces te das cuenta que las cosas siempre han estado fuera de su sitio,
que es mejor así.
Descubres que no es posible el regreso
y que nunca entendiste nada.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Mélanie Laurent - Pardon

También actúa, escribe poemas, guiones y canciones, dirige películas, y todo lo hace bien. Trabajó en los Malditos bastardos de Tarantino, en Je vais bien, ne t'en fais pas y en Beginners, donde la conocí. Dirigió Los adoptados y Respire en el 2014. Pardon d'avoir douté de ton amour, imaginer ne vivre qu'au jour le jour, pour les pensées quand elles sont loin de toi. Pardon pour celles que j'ai pu avoir quelques fois. Pardon pour les chagrins de mon passé. Pour cette main tendue que j'n'ai pas su serrer... Pardon pour tout mes rires mêlés d'alcool. Pardon pour les faux rires et mes fous rires de folle. Hermosa su sonrisa, adorable su melancolía.

martes, 16 de febrero de 2016

La sabiduría de la montaña

Foto: Germán Sánchez Pardo
Desconcierto,  porque una cumbre todavía más alta se eleva a lo lejos, es la sensación que acompañada de la admiración, suele experimentar quien por primera vez conquista la cima  de una montaña.
Mi primer ascenso lo realicé a la edad de doce años, en un cerro que se levanta a  2.900 metros de altura, en la vereda de Quindingua, municipio de Gachancipá. Desde allí la Sabana de Bogotá,  compuesta por un descomunal mosaico con todos los tipos de verde, activa la emoción que despiertan las cosas cuando son grandes pero también bellas.
Fue el primero de muchos viajes que desde la motivación del ocio y el placer he emprendido a la montaña, un lugar que se puede visitar para combatir el sedentarismo, liberar el enfado o  inventar la alegría,  mediante el reconfortante hallazgo de la inmensidad.
La montaña es un espacio poco frecuentado en el que siempre corre el viento, no existe el confort,  y es habitado por la bondad, el tiempo y la incertidumbre. Puede recibir el nombre de monte,  loma, cerro o nevado,  y en todos los casos es el sitio del mundo más cercano al cielo.
Las hazañas, la contemplación y la aventura forman parte de los múltiples vínculos que el hombre ha establecido con ella.  Su imponencia y majestuosidad han provocado poemas,  ideologías, fracasos, creencias, traiciones y preceptos filosóficos. Su historia es la historia del planeta.
Las montañas colombianas que conozco, muchas de las cuales he explorado en compañía de Julián, mi hijo, no me han cambiado la vida, no me han convertido en un ser de luz,  ni han sido fuente de una revelación divina.  Me han proporcionado la felicidad de respirar la vida por primera vez.  Al caminarlas, a veces con mucho esfuerzo, me han sorprendido instantes magníficos,  improbables  en las ruidosas y drásticas ciudades que habitamos. He sabido de los imperturbables  frailejones,  productores de la vida y la paciencia;  de las propiedades terapéuticas del silencio; de la sencillez del agua cuando brota de la tierra; de la libertad y la soledad como experiencias sagradas e inseparables; de la distancia, necesaria para poder ver las cosas;  y también de la admirable lentitud, ese ejercicio en el que la vida se desplaza sobre una dimensión diferente al tiempo.
La montaña es una pedagogía que nos invita a entablar relaciones con el mundo natural, desde el gesto del respeto y la compasión.  Ejemplifica una realidad gobernada por la bondad del equilibrio. Constituye un sistema vivo, que como muchos otros, resulta útil para comprender la poderosa fuerza de los seres que también tienen derecho a existir.