Un preciso gesto, no de gratitud, sí de éxtasis y reconocimiento al vínculo que se establece con los elementos. No hay misticismo, tampoco poesía. Es una mirada limpia que invoca la presencia y la emoción cuando la vida es algo que se recibe.
- Jamás mordí la miga de pan de los cuarteles sin maravillarme de que ese amasijo pesado y grosero pudiera transformarse en sangre, en calor, acaso en valentía.
- El vino nos inicia en los misterios volcánicos del suelo, en las ocultas riquezas minerales.
- Más piadosamente aún, el agua bebida en el hueco de la mano, o de la misma fuente, hace fluir en nosotros la sal secreta de la tierra y la lluvia del cielo.
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