sábado, 10 de marzo de 2012

Memorias de Adriano 1 - El pan, el vino y el agua

He culminado, sin quererlo, la lectura de las Memorias de Adriano. Me divertí, vi e imaginé lugares extraños e inciertos, releí muchas páginas y me quedé con la conjetura de la historia del hombre en la Tierra, una lucha breve, inútil, inacabada y desbordada en ideas . Maravillosa la Yourcenar,  noble y poética la traducción de J. Cortázar. Sé algo que antes desconocía y hoy me esfuerzo por comprender. Ahora estoy de regreso, luego de pasear durante meses en mi maletín el pensamiento, visiones y preocupaciones de los últimos hombres libres de Occidente, como lo nombra la autora. Me siento feliz.

Un preciso gesto, no de gratitud, sí de éxtasis y reconocimiento al vínculo que se establece con los elementos. No hay misticismo, tampoco poesía. Es una mirada limpia que invoca la presencia y la emoción cuando la vida es algo que se recibe.

  • Jamás mordí la miga de pan de los cuarteles sin maravillarme de que ese amasijo pesado y grosero pudiera transformarse en sangre, en calor, acaso en valentía. 
  •  El vino nos inicia en los misterios volcánicos del suelo, en las ocultas riquezas minerales. 
  • Más piadosamente aún, el agua bebida en el hueco de la mano, o de la misma fuente, hace fluir en nosotros la sal secreta de la tierra y la lluvia del cielo.

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