sábado, 17 de julio de 2010

El sueño de la carretera

Suelo recibir con agrado la llegada de la lluvia, cuando es cálida, pertinaz e invasiva. Desde el panorámico de mi automóvil, la carretera y lo que pienso son sólo gotas de agua que se borran y me recuerdan las preguntas que dejé. Cuando llueve no me gusta ver la cara de mi ciudad desprotegida, decadente y vertiginosa (nocturna-inabordable). Es por eso que prefiero el silencio de la carretera,

la cadena de recuerdos que me conducen a ti
el hallazgo de una piedra azul cuando empezaba a caminar
el terror de por fin llegar, a donde no hay nadie
la distancia que me separa de la estrella más cercana
las palabras pronunciadas algún día y que fueron las últimas
las señales que dejé marcadas en el camino para que me encontraras
las cosas que fui a ver cuando nadie lo pidió
lo que ves en mis ojos y no me es posible ver
lo que aprendí viajando en tu cuerpo
las puertas que cerré
lo que creo que soy
el salto al vacío... con los brazos abiertos.

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