lunes, 12 de septiembre de 2011

La luz en mi ventana


Foto: Diana Isabel Díaz
A Álvaro
Si dirijo mi mirada hacia ti me convierto en un hombre libre, silencioso y agradecido. Ahora que domino todo el paisaje, veo el espacio que vas dejando atrás. La trayectoria sideral te convierte en una luz, en un sonido hermoso que nunca termina, en un vestigio azul al final del universo. Vienes del agua y al agua regresas. Descansas en tu mundo de artesanales invenciones, luego de reconocer y enseñar la bondad, la claridad y la belleza. Tu historia es el viaje que se emprende hasta el origen de las cosas, hasta el centro de Iguaque, la montaña vigorosa. Retornas en medio de frailejones inmemorables, pastizales longevos y flores silvestres -tan espirituales como tú- para permancer en el tiempo cósmico y dar cuenta de la honorabilidad que no se negocia, del alimento que se comparte y de la dialéctica del dar y el recibir como materia constituyente del amor. Tu destino obedece el dictamen del universo que pervivirá en un ciclo eterno alrededor de sí mismo. Porque tendrás para ti la verdad, el cielo y el viento, y al final serás también una estrella.

Recibí de ti la primera lección. La poesía para convocar el sueño y los reveladores ocho minutos que tarda la luz del sol para llegar hasta mi frente. Te voy a seguir porque, además de mi padre, eres el aire que me lleva y me regresa a todos los lugares. En medio de los avatares y banalidades de la vida no quiero que dejes de sostener mi bicicleta. Ya sé que intentaré la espera de tu sonrisa generosa, tu manera de decir me alegra mucho estar aquí o el corazón está contento. Haré que regreses, abriré la puerta así no toques, te escucharé conversar. Y en cada hoja que se cae estarán tu figura elegante, tus regalos de curuba, los días de sol, tus poemas eternos y los imagínate que antes de todas las historias que siempre te creímos. El tiempo que tejiste habla de las tormentas que sorteaste, de los vaivenes que acompañan la vida y del impulso que hizo posible cada uno de tus sueños; tu cariño constante por todos los seres que amaste .

Es injusto que te vayas. Es doloroso no conservar tu mano. La tristeza me lleva cerca de ti, pero el miedo permanece. Quisiera contarte de qué manera sucedió esto, escucharte decir ya todo está bien, para reconfortarme con tu sonrisa. Tengo rabia porque no lo puedo hacer, porque no te vas a enterar qué dirección toma el lejano y sordo mundo. Cuando camino las calles encuentro a los hombres que se parecen a ti, y creo que te veo y que te acercas desde la esquina, con el semblante hermoso y sereno, el pelo blanco y la mirada puesta en algo que está lejos. A los hombres grandes se les debería permitir quedarse. Perteneciste a la clase de los seres inmensos, de los héroes que curan sus heridas, de los hombres que se quedan a vivir en los otros para siempre. Las personas que te encontraron reconocen en ti la calma, el agua para la sed, la certeza, el amor y la postura frente a la dificultad. Siento un especial cariño por quienes te deben la vida, pues recibir tu ayuda los hace diferentes. Ya están aliviados. No quiero que estés solo, no quiero que me olvides. A todos les he dicho que llevamos juntos muchos años, que después de tanto tiempo se comienza a escuchar la voz de quien se ama.

Ya todos se han ido. Clarita prepara tu café, Mercy reza una oración y Julián toca tu guitarra. Yo voy a escribir tu nombre en un papel para no mostrarme disperso, tímido o enajenado. ¿En qué lugar acomodo mi tristeza? ¿Cómo seguir creyendo si ya no estás? ¿Para qué fabricar alegrías si no puedo salir a buscarte? Te vamos a seguir necesitando. Tu vida habita el centro de nuestro tiempo. No lo vamos a olvidar: es posible tenerlo todo con pocas cosas, es posible vivir y reír al mismo tiempo.

Serás todos los días arena, la tempestad, una montaña permanente, polvo cósmico, la luz en mi ventana.

3 comentarios:

Johanna dijo...

Germán, qué palabras serían las correctas para que la razón y el corazón me permitan encontrarte y explicarte los por qué y los cuándo, (yo no sé las respuestas), ... asegurarte que todo estará bien, que yo, mientras lo permitas estaré contigo, que estoy convencida de que su mano (la de don Álvaro), no solo no ha soltado la tuya, sino, que increíblemente ahora te sostiene con más fuerza, transmitiéndote su amor, calmando tu dolor y aminorando tu rabia... él está feliz!; y cómo no estarlo, si fue un ser humano que dejó huellas imborrables en la vida de otras personas, lo veo en ti, lo escucho en ti... y ahora, lo leo de ti. Quisiera tener la palabras... solo sé que TE QUIERO, que tal vez no sabes cuánto, pero TE QUIERO... es algo que llaman amistad, pero de esas de verdad, que sale de las entrañas, que dan vida y te confirman que todavía HOY, a pesar de las adversidades, es posible SONREIR.

un mundo inicial dijo...

Caminar de la mano y del alma de los que amamos, nos hace mejores seres humanos. El tiempo y el espacio son lo de menos...solo hay que mantener la mirada en el camino.
Un beso
marcela

Diana Isabel dijo...

Germán, hola!!! Por fin entro a tu blog... No soy buena escribiendo pero sinceramente te cuento que llegaron a mi alma cada una de las palabras. Te agradezco mucho haberlas acompañado con una foto tomada por mi, me sentí feliz cuando vi mi nombre. Me alegra mucho haber conocido a Alvaro y a su familia. Un abrazo enorme, espero sigamos en contacto. Diana Isabel.