el viento frío, serpenteante entre los árboles,
su último rostro, maquillado por la lluvia,
las palabras, descifradas una noche,
los disparos, recibidos cada día,
el dolor, que ya no deja respirar.
Es un hombre libre, todavía decidido a desconocer la indolencia, la fatiga, la indiferencia y la vanidad de los que no pudieron amarlo. Por eso se quiere quedar. Aferrado a la tierra, abrazando la distancia.
Voy a imaginar que el mundo era mejor
que el pan se podía preparar en casa
que el cuidado y la vida y el perdón...
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