miércoles, 17 de febrero de 2010

Las olas y las nubes

Entendí que las olas y las nubes son las mismas y que han estado todo el tiempo de regreso. Que los fracasos, al igual que las batallas, no te fortalecen, que sólo se repiten para recordarte en dónde estás. Que el tiempo, como las gentes, tienen en común la propiedad del abandono. Y que no hay nada más disgregador que el dolor del otro. Siempre tengo miedo. Es la circunstancia que me ha permitido elegir y, muchas veces, hacer de la novedad un asunto tan problemático como la vida misma. Entonces imagino otra corta esperanza, dejo de avanzar y busco mis ojos que se reflejan en la primera esquina, de la primera calle que aparece. Nunca he mirado lejos. Los proyectos, la distancia y los pronósticos han sido territorios que no he podido alcanzar. Mi agudeza visual sólo me permite llegar a los granos de azúcar, las pelusas en el aire y al brillo de los ojos cuando habitan el amor. El silencio me acobarda. Intencionalmente he hallado dentro de mí el sosiego, la desesperanza. No tengo excusa...

1 comentario:

La Mona dijo...

Las olas y las nubes son y no son las mismas. Me hiciste recordar a Heráclito. Siempre hay algo que permanece y algo que es cambiante; porque está lo que permanece podemos recordar, porque está lo que cambia podemos confiar en que existe la novedad.
Es bonita esa imagen...